David Van Reybrouk, 2013
Las citas de esta reseña están tomadas de la traducción de Marta Mabre Vicens. el año 2017, Editorial Penguin Random House.
Van Reybrouk no se anda con chicas. La crisis de las democracias occidentales es terminal: “Sin un cambio profundo, el sistema actual tiene sus días contados. Basta con ver el aumento de la abstención electoral, la pérdida de afiliaciones de los partidos y el menosprecio por los políticos; cuán difícil resulta que se formen los gobiernos, lo poco que duran y lo mal parados que acostumbran a salir”
Van Reybrouk concibió la idea de esta obra, mientras recorría los Pirineos el año 2012. “En el curso de las largas ascensiones de alta montaña estructuré mentalmente el ensayo”. Pero como buen arqueólogo, señala: “es también el resultado de varios años leyendo, viajando y escuchando”
El libro se divide en cuatro partes: Síntomas; Diagnósticos; Patogénesis y Remedios.
En las dos primeras partes, el ensayista se centra en explicar cómo el sistema democrático ha estado perdiendo legitimidad, aceptación y confianza entre la población, especialmente la institución de los partidos políticos, que lo lleva a preguntarse “¿En qué medida es grave que los partidos políticos sean las organizaciones que más desconfianza generan en Europa? ¿Y cómo es posible que tal situación no intranquilice a los propios partidos políticos?”.
El diagnóstico de Van Reybrouk se resume en lo que denomina “el síndrome de fatiga democrática” cuya causa sería el predominio casi exclusivo del sistema de democracia representativa electoral “que materializa la representación popular mediante la celebración de elecciones”.
Tengamos presente que el autor está hablándole especialmente a países con regímenes parlamentarios, por lo que cuando señala que democracia no es lo mismo que elecciones, se está refiriendo por sobre todo al sistema de elecciones parlamentarias. Señala “una democracia que solo se reduzca a ellas, [las elecciones] está condenada a extinguirse”.
Quizás si el aporte más importante y más clarificador del autor sea su análisis histórico para explicar cómo se abandonó la idea de democracia representativa aleatoria, reemplazándola en los tiempos modernos, luego de las revoluciones norteamericana y francesa, por la democracia basada en elecciones periódicas. Pasa revista a prácticas bien documentadas de democracia por sorteo o aleatoria especialmente en la Grecia clásica; Venecia (1268-1797); Florencia (1328-1530); Aragón (1360-1715).
Explica cómo y quiénes desahuciaron este mecanismo en las democracias modernas, culminando en 1948, con la Declaración Universal de Derechos del Hombre que establece: ”Esta voluntad [la del pueblo] se expresará mediante elecciones auténticas que deberán celebrarse periódicamente”. Este es para el autor el “fundamentalismo electoral”
Van Reybrouk no es el único ni el primero en denunciar esta situación. Cita a uno de sus ensayistas inspiradores, Bernard Manin que escribió: “Los gobiernos democráticos contemporáneos han evolucionado a partir de un sistema político que fue concebido por sus fundadores en oposición a la democracia…El gobierno representativo fue instituido con plena conciencia de que los representantes electos debían ser ciudadanos distinguidos, socialmente diferentes de quienes los eligieran”
Tomándome la libertad para interpretar en términos histórico-sociológicos la postura de Van Reybrouk, diremos que la democracia con elecciones para elegir periódicamente representantes de organismos colegiados de deliberación y decisión, fue funcional a naciones republicanas que reemplazaron frontalmente a las monarquías y noblezas medievales hereditarias, a un mundo basado en libros y documentos escritos hijos de la imprenta, a un mundo con economías industriales de vigorosa expansión, a un mundo con un abismo de diferencia entre una elite educada y un amplio pueblo analfabeto, a un mundo, con transporte lento y comunicaciones acotadas. Hoy, ya estamos en una nueva era de la digitalización, de la computadora, del internet, de la velocidad y facilidades de transporte, del conocimiento expandido en todos los estratos sociales.
¿Cómo visualiza el autor el futuro? Él tiene optimismo en la democracia. Una rápida respuesta es que debiera transitar lenta pero seguramente hacia sistemas democráticos mixtos, electorales y aleatorios. Sostiene: “Creo que la dramática crisis de la democracia puede paliarse dando una nueva oportunidad al sistema de sorteo…[el sorteo] es un recurso expresamente neutral con el que es posible repartir de forma justa oportunidades políticas y evitar desacuerdos. Limita el riesgo de corrupción, rebaja la fiebre electoral e incrementa el interés por el bien común. Puede que unos ciudadanos elegidos por sorteo no tengan la experiencia de los políticos profesionales, pero tienen algo distinto: libertad. No necesitan ser elegido ni reelegidos”
Otro autor inspirador de Van Reybrouk es el Estadounidense Terril Bouricius que propone el funcionamiento de varios órganos colegiados por sorteo. Van Reybrouk no se abanderiza por ninguno en especial, pero – pensando en la realidad chilena- particularmente me llama la atención la proposición de “paneles de interés”, sin limitación de cantidad, con el objetivo de discutir y proponer legislación sobre temas concretos, integrado por 12 personas, sin salario, con duración y forma de trabajo acordada por los mismos panelistas. Es una especia de incubadora de leyes, que pasarían a ser presentadas al Parlamento y al Ejecutivo. Esta propuesta de una nueva institución, es un ejemplo del principal mérito de esta obra del escritor belga, que no es otro que despertar en la gente interesada en la noble y relevante actividad de la política, la conciencia de que si o si debemos mejorar las estructuras democráticas, en consonancia a los requerimientos de una nueva era.
Finalmente, Van Reybrouk se pregunta “¿Cuándo debe empezar la transición? Ahora. ¿Dónde? En Europa” se responde. Y más adelante especifica “Si hay un lugar en la Unión Europea donde la democracia representativa aleatoria tiene oportunidades de prosperar, ese es el recién reformado Senado de Bélgica”.
A nuestro entender, el ensayista peca en estas últimas frases del nefasto “europeocentrismo”. Por ejemplo, hay muy poca referencia a Latinoamérica, donde precisamente el populismo, las dictaduras y las tendencias de péndulo izquierda – derecha hacen peligrar continuamente las democracias. Con la misma seguridad que Van Reybrouk pronostica el lugar donde empezará el cambio, diremos que se puede llevar una sorpresa. Es en Latinoamérica en donde la crisis de los partidos políticos es más pronunciada, junto a niveles de estancamiento económico, corrupción, clientelismo, y otras calamidades. Es pues en nuestros territorios en donde el cambio democrático es más urgente.
Una última reflexión. Mejorar las estructuras e instituciones del sistema político, en el marco del actual sistema democrático es difícil, las resistencias de la elite serán fuertes y poderosas, es necesario que un partido político enarbole las banderas de la renovación democrática con un mensaje singular. No solo se trata de tener un sistema mixto electoral-aleatorio, sino que se trata de un sistema en donde el poder de los partidos políticos disminuya sustantivamente y tengan “la mínima gasolina” para hacer diabluras.
CMM – Enero 2024