Equipo MCD Santiago Noviembre 2023
Analizaremos a continuación tres artículos sobre los partidos políticos chilenos aparecidos en la Prensa. Todos ellos tienen la clara y loable intención de hacer propuestas para mejorar su legitimidad, su funcionamiento y su rol en el sistema democrático.
Los “Partidos Políticos en la UCI” es un artículo escrito por Paula Jaraquemada, Presidenta Ejecutiva de “Chile Transparente”. Comienza con un diagnóstico basado en la encuesta CEP que mide el nivel de confianza de la ciudadanía (confían mucho o bastante) con respecto a los partidos políticos en general. Constata que actualmente es de sólo un 4%, aunque ya el año 2012 era de un 6%. Sostiene con toda razón que “Aunque sea poco popular decirlo, se trata de una alerta relevante y que hay que tomar en serio. Los partidos políticos son clave en una democracia que se precie de tal y su crisis es caldo de cultivo para populismos autoritarios como los que se han visto en la región”.
La columnista se pregunta entonces las posibles explicaciones a tan mal resultado: Propone “Conflictos de interés y tomas de decisión para servir sus propios intereses más que los de la ciudadanía”. Luego, concluye que la reforma de los partidos del año 2016, orientada a transparentar su funcionamiento, no ha rendido sus frutos.
Conclusión de la autora: “El solo publicar o difundir información no necesariamente conlleva a un cambio en la percepción, esto debe ir de la mano de otras señales y de un real compromiso de transparencia y de integridad”.(subrayado nuestro). Más adelante expone: “Por eso, necesitamos pensar como oxigenar a los partidos… y hacerlos más responsivos a la ciudadanía, pero también a cómo mejorar su disciplina interna y que los partidos hagan responsables a sus militantes por faltas a la ética, la desinformación, el mal trato a sus pares u oponentes y, más aún, faltas a la ley”
Un segundo artículo que revisamos, de autoría de Arturo Fontaine y Kenneth Bunker denominado “Cuatro medidas contra la fragmentación partidaria”. El diagnóstico se centra en señalar los vicios del actual sistema en Chile: “con más de veinte partidos en el parlamento no es posible gobernar bien. Las negociaciones legislativas son arduas y lograr mayorías tiene costos enormes…Con demasiados partidos, las mayorías son circunstanciales. Proyectos de ley importantes terminan dependiendo de partidos pequeños, sin raíces en la sociedad y con intereses de corto plazo… Los jefes de bancada no pueden ordenar sus filas. Los parlamentarios cambian de partido y las figuras disruptivas se multiplican. La ciudadanía se aleja de los partidos, lo que alienta la fragmentación”.
La solución planteada se resume así: “¿Por qué no establecer ciertas reglas constitucionales que promuevan un número de partidos estable y funcional a la gobernabilidad? Lo razonable, creemos, es apuntar a un sistema con no más de siete partidos. Contrapartida: democracia interna. Proponemos cuatro medidas.”. Estas medidas son:
1.-Disminuir el promedio de representantes por distrito o el número total de representantes.
2.-El orden de elección en la lista lo fija el partido; no el mayor número de votos individuales.
3.-Fin a los pactos electorales.
4.-Elección simultánea de la cámara y la parte del senado que corresponda con la segunda vuelta presidencial.
El tercer artículo “¿Qué partidos necesita Chile? Por Juan Pablo Orrego, comienza con el siguiente diagnóstico:”El funcionamiento de los partidos políticos en Chile se encuentra con justa razón en el centro de las críticas hacia nuestro sistema político. La alta fragmentación y las consecuentes dificultades para construir acuerdos legislativos constituyen las principales razones que motivaron al actual proceso constitucional a tomar cartas en el asunto y establecer, entre otras medidas, un umbral del 5% del voto nacional para acceder a representación parlamentaria.” Más adelante expone: “Los partidos en Chile se han caracterizado en los últimos años por una creciente debilidad institucional,… y que cuentan con nulas herramientas para integrar dentro del sistema político a las demandas provenientes de la ciudadanía. En otras palabras, nuestro sistema de partidos combina lo peor de dos mundos, ya que ofrece un despliegue a nivel institucional deficiente junto a una débil inserción social.”
El autor sostiene que además de los cambios en la institucionalidad del sistema político, se debe considerar que: “Finalmente, ninguna reforma introducida en la eventual nueva Constitución derivará en partidos más fuertes si no vienen de la mano de un compromiso por parte de los propios partidos para enfrentar la crisis que los aqueja… No hay espacio para la defensa de interés corporativos cuando la discusión versa sobre cómo fortalecer nuestra democracia”.
Un rápido análisis de estos artículos, nos lleva a las siguientes conclusiones:
1.- La magnitud o profundidad de la crisis de los partidos políticos es tan gigantesca, que pone en riesgo el sistema político democrático completo. Nos parece que la sentencia de que los partidos políticas viven y mueren para “servir sus propios intereses más que los de la ciudadanía” apunta a señalar la causa principal de porqué la ciudadanía reniega de ellos y los maldice. Este ambiente es el caldo de cultivo para soluciones no democráticas.
2.- Sin embargo, al momento de las soluciones o estrategias para enfrentar tal crisis, se sobrevalora el tema de la fragmentación (excesivo número de partidos políticos), probablemente porque la “Comisión Experta” en este proceso constitucional II propuso mecanismos para limitarla, en particular el 5% de representación parlamentaria para mantener a un partido político vigente. En otras palabras, la “Comisión Experta” si considero que a nivel constitucional bastaba esa norma para enfrentar la monstruosa decadencia de los partidos políticos, sin entrar a combatir desde la Constitución, la causa fundamental: sirven sus propios intereses, ya sean personales o corporativos.
3.- Los autores eso si, por lo menos en dos casos, ponen el acento en que lo principal tampoco serían los cambios estructurales o normativos externos a los partidos, sino el cambio desde adentro, impulsados por sus mismos actuales líderes, con un compromiso para salir de la crisis, un compromiso por la integridad y transparencia. Este último tipo de relato es el que se repite incansablemente por los analistas, desde hace ya varios años. A nuestro juicio, las medidas propuestas son claramente voluntaristas y totalmente inconducentes en relación al desafío planteado por los mismos analistas.
4.- En nuestra opinión, ante grandes problemas o crisis, grandes o profundos cambios, transformaciones o reformas. Los cambios deben fundarse sobre todo en la limitación de su poder e influencia.
5.- Dejamos planteado el problema, cuestión que evidentemente seguirá abierta después del plebiscito constitucional del 17 de diciembre. Ni la actual Constitución ni el Proyecto a plebiscitar se hacen cargo del profundo malestar ciudadano al respecto. El MCD debiera tener un rol propositivo importante para abordar este tema de gran relevancia para la república en el largo plazo, junto a los expertos en estos temas, que aporten con sus experiencias nacionales e internacionales, históricas y contemporáneas.